Opinión

Está enferma, no es un monstruo

Noelia de Mingo fue detenida el lunes por apuñalar a dos mujeres en El Molar (Madrid) | Twitter
photo_camera Noelia de Mingo fue detenida el lunes por apuñalar a dos mujeres en El Molar (Madrid) | Twitter

El lunes, Noelia de Mingo sembró el pánico en El Molar, su pueblo natal. Aprovechó que su madre anciana se ausentó de casa por una cuestión médica para hacerse con un cuchillo jamonero y salir a la calle. Estaba en pleno brote psicótico, se desconoce si fruto de un acontecimiento reciente que pudo turbar su frágil salud mental o si llevaba varios días sin tomarse la medicación que aplaca los efectos de su enfermedad. Sea como fuere, la que un día fue doctora en la clínica de la Concepción, donde cometió un triple crimen en 2003, acuchilló a dos mujeres, hiriendo a una de ellas de extrema gravedad. Su caso no ha sido el único.

El martes, los Mossos recibieron una llamada alertando de una fuerte pelea en el interior de una vivienda de Sant Boi de Llobregat. Cuando llegaron al lugar se encontraron a un hombre inconsciente, con varias heridas de arma blanca. Poco después falleció. Las últimas informaciones apuntan a que su compañero de piso le asestó varias puñaladas mientras sufría un brote psicótico. 

Este mismo mes de septiembre, un vecino de Moncada (Valencia) asesinó a su madre e hirió de gravedad a su padre en plena crisis de esquizofrenia. Sucedió el mismo día en el que otro hombre, también durante un brote de esquizofrenia, asesinó a su madre en Vilafranca del Penedès (Barcelona) e hirió a su hermano. 

Las cifras lo desmienten

El goteo de casos resulta alarmante. Sobre todo, desde la reaparición de la doctora de Mingo, se ha reabierto el debate sobre cuál debe ser el destino de estos pacientes. En los acalorados debates televisivos, alimentados por el dolor de la víctimas, tertulianos con máscara de expertos psiquiatras deliberan acerca de la sentencia de esta mujer: ¿Cárcel o psiquiátrico? El resultado de este juicio paralelo no es otro que la semilla de una especie de psicosis generalizada hacia los pacientes psiquiátricos que sufren esta u otras dolencias. Lo que han omitido los pretendidos expertos en la materia es que, según los datos de la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (Feafes), solo el 3% de las personas que padecen un trastorno mental llegarán a cometer un acto violento a lo largo de su vida por culpa de la enfermedad que padecen. Observando las reveladoras cifras, las posibilidades de que uno vaya a comprar el pan y regrese con dos puñaladas en el costado, se desinflan. 

Lo que sí es ya una evidencia es que la pandemia ha hecho estragos en la salud mental de forma generalizada. La cuarentena primero, y la crisis derivada después, no solo han agudizado los síntomas de los pacientes psiquiátricos sino que han producido un aumento de nuevos casos diagnosticados. Los más comunes, seguro que a muchos de ustedes les resultarán familiares: trastornos depresivos, ansiedad o insomnio. 

La cordura, una cosa de ricos

El foco mediático no debería estar en si la Sra. de Mingo tiene que estar o no entre rejas. Eso, en todo caso, le competerá al psiquiatra que haya tratado su caso o, en última instancia, a un juez. Lo que realmente debería atormentarnos es la dejadez de la Sanidad Pública con respecto a la salud mental. La pandemia ha venido a recordaros que los servicios de salud mental siguen siendo una tarea pendiente en este país. La salud mental en España es un asunto de ricos. Solo aquellos con el poder adquisitivo que requiere el acceso a la sanidad privada tienen la posibilidad de recibir un tratamiento de calidad. Los demás, se ven abocados a listas de espera interminables que, a veces, llegan demasiado tarde. Los que no pueden pagar una media de 60 euros por consulta, en ocasiones varias veces a la semana, solo cuentan con la posibilidad de ser atendidos dos o tres veces al año por los psiquiatras públicos. En el caso de las consultas de psicología, en algunas comunidades la espera se eterniza hasta alcanzar el año. 

Nos puede pasar a cualquiera

En declaraciones de Luis Fernando López, psicólogo miembro del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid para Onda Cero, en 2020 las tentativas de suicidio en España aumentaron un 250%. Vivimos en un país en el que 10 personas se quitan la vida a diario, esto significa un suicidio cada dos horas y media. En 2018 fueron 3.539. En 2019, 3.671. Las cifras hablan por sí solas. 

La atención psicológica, ya lo ven, sigue siendo la gran olvidada del Sistema Sanitario Público. Pero, mientras miles de personas esperan a ser atendidas, la mayoría nos debatimos, anestesiados, en si la exdoctora de Mingo debe o no dormir hoy en Alcalá Meco. A donde todavía no hemos llegado es a que, por diferentes avatares de la vida, cualquiera de nosotros podría acabar siendo el protagonista involuntario de estos debates. 

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