Opinión

Juicio 17A: Houli Chemlal era el perfil ideal para ser captado

La psicóloga ha descrito a Mohamed Houli Chemlal como una persona dependiente, que necesita la aprobación y el apoyo del grupo
photo_camera La psicóloga ha descrito a Mohamed Houli Chemlal como una persona dependiente, que necesita la aprobación y el apoyo del grupo

Hoy ha sido el turno de los psicólogos que valoraron a los principales acusados del caso, Houli Chemlal y Driss Oukabir. 

La defensa de Mohamed Houli Chemlal ha solicitado la declaración de la profesional que lo atendió tras su ingreso en la prisión de Alcalá Meco. La psicóloga ha declarado que, a pesar de no presentar psicopatologías y tener una inteligencia normal, le cuesta el razonamiento de cuestiones y conceptos complejos. “Es estrecho de miras”, ha reflejado en su informe. La especialista lo ha descrito ante la Sala como una persona fácilmente influenciable, que necesita la aprobación de los demás y a la que le cuesta enfrentarse con el grupo por miedo a provocar una situación hostil. “No tenía habilidades para salir de ahí…” ha afirmado en referencia a la célula terrorista, “¿Que si quería? Eso ya no lo sé”. 

A pesar de que la evaluación se limitó a una única entrevista, hace ya más de dos años, la psicóloga lo perfila como un joven sin capacidad de liderazgo ni de organización y con una elevada sensibilidad. Como un chaval vulnerable por su contexto socioeconómico o por ciertas carencias. Houli es, para la perito, un individuo que se deja llevar. Entró a formar parte de este grupo porque es una persona dependiente, que necesita la aprobación y el apoyo del grupo pero da la sensación de que por sus limitadas habilidades sociales no pudo (o no quiso) salir. “Tiene decisión propia, una inteligencia dentro de la media, pero no tiene habilidades sociales ni capacidad para salir de ciertas situaciones porque no es capaz de enfrentarse al grupo y crear un conflicto”. Houli era, en definitiva, “el perfil ideal para ser captado” ha concluido. 

Houli parece encajar en el perfil de un joven que vive en un estado mental frágil porque adolece de una crisis identitaria y cultural. Probablemente, como muchos otros jóvenes, hijos de la inmigración, carece de un sentimiento de pertenencia. Quizás no se siente parte ni de su país de origen ni del de sus progenitores. En este estado mental posiblemente hubiese tratado de encontrar alguna identificación sobre la que construir su identidad. Y se topó con Abdelbaki Es Satty. El imam que le proporcionó lo que Houli andaba buscando: la figura de un líder, un referente. En definitiva, un guía. A partir de ahí las dinámicas de grupo hicieron el resto. Houli habría empezado a socializar únicamente con los integrantes de la célula liderada por Es Satty, a seguir su liderazgo carismático y a desarrollar un pensamiento polarizado, sin gamas de grises, sin fisuras que pudiesen provocar en él ese recurrente sentimiento de inquietud. El fanatismo surge precisamente cuando el individuo pasa a formar parte de un grupo, abraza su ideología y su identidad se fusiona con la del propio grupo. Esta nueva ideología e identidad se mantienen a través de interacciones con otros miembros del mismo a la vez que se van rompiendo los lazos con el resto de la sociedad. Es lo que se conoce como pendiente resbaladiza. Y Houli se dejó ir. Según la psicóloga, el acusado supo entrar pero no salir. Y aunque hubiese querido salir de la telaraña en la que quedó atrapado, no hubiese podido hacerlo.

El consumo de drogas 

A Driss Oukabir el testimonio de la psicóloga que lo atendió entre 2012 y 2014, varios años antes del atentado, no lo deja bien parado. La estrategia de defensa se ha basado en utilizar el pecado como su salvación. Alega que el problema de drogas del acusado podría haber nublado su capacidad de discernimiento. Driss consumía hachís, cocaína y cannabis desde los 14 años, sí, pero “el consumo de sustancias psicotrópicas no afectaba a su toma de decisiones” porque aunque a veces “le producen paranoia, no le provocan delirios”. Driss, que nunca hizo comentarios fanáticos en la consulta, perdió el control sobre el consumo de estupefacientes, y quizás sobre su vida, pero su drogadicción no afectó a su capacidad para interpretar la realidad.

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