Opinión

Un imam experto en el lavado de cerebros

Es Satty canalizó una radicalización ya iniciada, hasta su catalización en un ataque violento.
photo_camera Es Satty canalizó una radicalización ya iniciada, hasta su catalización en un ataque violento.

La tercera jornada del juicio por los atentados del 17-A en Barcelona arranca con una sensación de tranquilidad en la sala. Los tres acusados, Houli Chemlal, Driss Oukabir y Said Ben Iazza, no aparecerán en pantalla hasta bien entrada la mañana. A medida que avanza el juicio, los ánimos del presidente del tribunal, que parecía más sereno que en las sesiones anteriores, se van crispando. Por delante, queda una larga lista de testigos que tendrán que declarar y el magistrado se afana en que la vista no pierda ritmo.

Uno de los Mossos d'Esquadra presentes durante las primeras declaraciones de Driss Oukabir afirma que Driss había negado conocer al imam de Ripoll (Girona), Abdelbaki Es Satty, pero que, sin embargo, lo consideraba el cerebro de la célula. La voz, sin rostro para los espectadores, explica que, en el transcurso de una larguísima declaración de cuatro horas, el acusado, sin haber sido preguntado, quiso manifestar que fue Es Satty el miembro de la célula que lavó el cerebro a los chicos.

Si nos remontamos al año 2014, con el surgimiento del grupo terrorista autodenominado Estado Islámico, algunos jóvenes musulmanes de países occidentales, entre los que podríamos incluir al grupo de Ripoll, empezaron a cuestionarse su deber de unirse o no al nuevo Califato. Es preciso recordar que, cuando se erige un Califa, se convierte en el líder político y religioso del conjunto de la umma o comunidad de fieles musulmanes. Hoy sabemos, además, que, en este momento de incertidumbre, los chavales de Ripoll entraron en contacto con vídeos propagandísticos de Estado Islámico. Era la época dorada de la organización, en la que el grupo terrorista destinaba fondos y esfuerzos para el desarrollo de vídeos propagandísticos que parecían, más bien, superproducciones 'hollywoodienses'. Las escenas más atroces, filmadas en alta resolución, en las que participaban técnicos de vestuario, sonido y efectos especiales parecían estar dotadas de una cierta irrealidad. Se mimetizaban con videojuegos y películas conocidas por cualquier joven occidental. Acostumbrados a los vídeos caseros y 'pixelados' de combatientes con Kalashnikov en las montañas afganas de Al Qaeda, Estado Islámico marcó un punto de inflexión en la propaganda terrorista conocida hasta el momento y logró dotar a la barbarie de un cierto contenido estético.

Aunque este primer interés parece ser transitorio, la violencia parece haber despertado la curiosidad de los adolescentes. No será hasta un año más tarde, en 2015, con la llegada del imam, Es Satty, a la localidad de Ripoll, cuando empiecen a experimentar una intensificación religiosa que terminará finalmente desembocando en la radicalización de pensamiento de los jóvenes. Es Satty, la figura aglutinadora de esta incipiente célula y que jugará el papel de agente que radicaliza, se muestra ante los jóvenes como un líder espiritual y, en definitiva, como la voz de la experiencia. El imam canaliza una radicalización ya iniciada, hasta su catalización en un ataque violento. Es precisamente este enigmático personaje el que, ya en 2016, comienza a hacer búsquedas sobre la fabricación casera de explosivos. A finales de mayo de 2017 y coincidiendo con el Ramadán, el mes sagrado de los musulmanes, es cuando se tiene constancia del inicio de los preparativos de un atentado previsto para el 20 de agosto. La repentina explosión de la casa de Alcanar (Tarragona), en la que fallece el líder de la célula, desencadenará toda una serie de actos irreflexivos y espontáneos que terminarán con los atentados de Barcelona y Cambrils (Tarragona) de los días 17 y 18 de agosto.

La declaración de más de 400 testigos, durante los dos meses que durará el proceso judicial, determinará la pertenencia o no de los tres acusados a la célula terrorista. Sin embargo, seguiremos acusando una ausencia de mecanismos efectivos para el asesoramiento de las familias y del entorno de jóvenes radicalizados ante la detección de señales de alerta que puedan advertir sobre una deriva identitaria.

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